Más allá
del sueño profundo en el que estoy sumido,
más allá,
mucho más allá,
en el patio posterior
del lado oculto de la luna,
un enanito gris
que representa mi desesperación
y este ardor en mi lengua,
en mi piel
y en mi cabeza,
machaca una roca gris,
pálida,
reseca,
aún más gris,
más pálida
y más reseca
que él mismo, que soy yo,
porque él me representa.
Machaca esa roca,
la horada con un pico
hecho completamente de diamante.
El diamante es la locura.
O la necesidad desesperada
de agua
que está sufriendo este cuerpo,
estos despojos,
estos restos de lo que fui,
o de lo que soy.
O, a lo mejor, alucino
y no hay luna,
no hay patio posterior,
no hay lado oculto,
no hay enanito gris
y soy solo yo,
este cuerpo, estos despojos,
estos restos de lo que fui,
de lo que soy.
YO, en una unidad
de cuidados intensivos
yaciendo al lado de un generador
de energía eléctrica, que golpea
y golpea
y golpea,
YO,
con deshidratación neuronal,
imaginando enanos y vainillas
un rato antes del sueño profundo,
(MORFINA O FENTANILO),
el sueño eterno en un instante
más dolor,
dolor,
dolor autoinflingido,
mi estupidez,
mi necedad,
casi infinitas.