Medicación

Lo otro son giladas:

un par de ataques de pánico

(panic attacks, para los chetos)

y la loquera sonriendo,

disfrutando

mientras firma las recetas,

porque sabe,

siempre supo

que vos

y otros tantos como vos

son solo una mínima porción

de su dinero.

Lo jodido

son los sueños

sin dueño

que no podés separar de la vigilia,

esa otra angustia

que controlás a duras penas

porque desconocés,

no tenés ni puta idea

de hacia dónde va la vida

y por qué es que nunca

lo hace en línea recta.

Así que tal parece

que aquí se acaba el cuento este.

Pero esperá, que el colofón

son las desesperaciones

que no ubicás

entre los muchos miedos cotidianos,

que no sabés de dónde

mierda vienen.

Hay tantas cosas de vos mismo

que aún desconocés…

Así que, ¿por qué tendrías que saberlo?

No quieras entender. No intentes entender.

Mejor quédate con el vuelto.

miedos

los escucho
rondar por el patio y la cocina,
sus manos sucias
de hollín enmugreciéndolo todo,
sus vientres grasientos y abultados
arrastrando enfermedades,
sus pies enormes,
rematados en pezuñas
levantando la mugre en nubes
que lo cubren todo,
todo, hasta el terror.
sus hocicos de cerdo
hozando las flores de todos los jardines,
sus caras de anfetas
tomando por asalto
mi imaginación,
mis sueños, mi cabeza.
los escucho ahí afuera
y sé que no van a tardar
en encontrar la entrada,
alguna puerta
y me acurruco entre las sombras
escuchando sus gruñidos,
los gemidos de dolor
cuando se muerden entre sí;
sus risas de hiena,
sus dementes alegrías
y me acurruco en una esquina
aferrado a un cuchillo de cocina
intentando no sentir agitación,
respirando profundo cada vez,
tratando de que el miedo no sea más fuerte
para que ellos no me puedan ver ni oler.

acabo de ver una mancha
de grasa en la ventana.
es una mano la que ha quedado dibujada?
ya todo terminó.
ellos saben que yo estoy.