Archivo de a la una…

Medicación

Posted in El mismo verso with tags , , , , , , , , , , , , , , , , , , on 18 marzo, 2022 by nene

Lo otro son giladas:

un par de ataques de pánico

(panic attacks, para los chetos)

y la loquera sonriendo,

disfrutando

mientras firma las recetas,

porque sabe,

siempre supo

que vos

y otros tantos como vos

son solo una mínima porción

de su dinero.

Lo jodido

son los sueños

sin dueño

que no podés separar de la vigilia,

esa otra angustia

que controlás a duras penas

porque desconocés,

no tenés ni puta idea

de hacia dónde va la vida

y por qué es que nunca

lo hace en línea recta.

Así que tal parece

que aquí se acaba el cuento este.

Pero esperá, que el colofón

son las desesperaciones

que no ubicás

entre los muchos miedos cotidianos,

que no sabés de dónde

mierda vienen.

Hay tantas cosas de vos mismo

que aún desconocés…

Así que, ¿por qué tendrías que saberlo?

No quieras entender. No intentes entender.

Mejor quédate con el vuelto.

Lo inestable

Posted in El mismo verso, Filosofìa de goma y zapatos veloces, Otras cosas, Shéneral with tags , , , , , , , , , , , , , on 14 marzo, 2022 by nene

«La salud es el silencio de los débiles»,

dice un cartel que han puesto

sobre el marco de la puerta

metálica,

abandónica,

emocionalmente inestable

de un hospital.

¡Y qué hospital!

¿Y qué hospital?

Acá la gente sonríe, o

o

o se ríe

y la luz del día no

decide

si te encierran

o te dejan

libre

salir a jugar.

Este es un sitio

muy muy loco,

pero las cosas que suceden

son normales

(visto de cerca…)

Por ejemplo:

hace tres noches con sus días

Don Arancibia, en un ataque

de yoquésé

abrió el pecho de la Elisa

con un martillo y un cincel.

¡Mi amor!,

le decía.

Y no lo pudieron contener

hasta que no acabó con

su taxidérmica

tarea.

¡Meamor!

¡Cómo quedó el pecho abierto

desa chica

sin nada que extraer

ni nada que poner…!

Por eso las noches se

vuelven divertidas.

De pronto el miedo

y un grito

o tres

o dos.

Y automáticamente escribís

en donde sea,

lo que estás oyendo

y lo que ves.

Los amaneceres suelen ser

tornasolados, un espanto

porque a la mayoría de nosotros

de NOS

nos vienen a dar la pastillita.

Y si no querés la pastillita,

se viene la agujita

y comenzas a tontear

caminar sin rumbo.

BABEAR.

BABIECA.

Me da vueltas la cabeza,

me acaban de llamar.

Es el teléfono rojo

roto del invierno.

¿Invierno, dije, infierno?

Y me trae noticias desde afuera

(desde allá).

Y yo no quiero ir,

quiero quedarme.

Al fin de cuentas,

visto desde cerca

todo el mundo es anormal.

Waves (cover de Tom Jobim) – Pomelo y Taquetepariocarajo

Posted in 1, Música, Otras cosas, Shéneral with tags , , , , , , , , , , , on 13 septiembre, 2021 by nene

Primera y única pista (inacabada también) de un proyecto con mi hijo menor, proyecto que él abandonó sabiamente para armar su primera banda de rock con amigos. Para oir en #Soundcloud .

https://soundcloud.app.goo.gl/c81mb

La desilusión

Posted in El mismo verso, Filosofìa de goma y zapatos veloces, Lo siento, Shéneral with tags , , , , , , , on 3 septiembre, 2021 by nene

Tengo miedo de dormirme.

Del cielo azul oscuro,

cerrado como culo de muñeca,

de los amaneceres tornasol

en cualquier calle siniestra;

tengo miedo de los culos,

de las tetas,

tengo miedo de los cuerpos

en continua,

perpetua

descomposición.

Tengo miedo de dormirme

porque sueño

que sueño

que todo se va,

que nada espera.

Y prefiero diez mil veces este insomnio

a soñar que vivo en una guerra,

a ver mi alma que se apura,

que se va

que ya me deja,

o morder mis dientes

sin siquiera darme cuenta,

mientras sueño que soñaba

en «nada más»,

en «nada queda»;

mientras sueño que soy eso

que no alcanza

y que desespera.

Mientras me convenzo de que soy

nada más que la desilusión.

sin cielo.

Posted in El mismo verso, Shéneral with tags , , , , , , , , , , , , , , , on 9 septiembre, 2008 by nene

aves muertas
surcan el suelo de tu pecho.
sus alas de gangrena
son la desesperación
de la que yo mismo me alimento
y he jurado no volverlas a mirar
hasta que venga un nuevo día,
hasta que pueda despertar
de este sueño de terror
que estoy viviendo.
aves muertas surcan
el suelo de tu pecho
y son la alegoría de la vida,
de lo absurdo de mis días
y las cosas que pasan
y se queman al tocarme,
de las cosas que pasan y se van,
de todo aquello que destruyo
en un roce, una mirada,
con las cosas que se dicen
apenas, sin hablar.

ahí van las aves.
muertas en tu pecho.

mientras,
ya abrí
las puertas del olvido.
ya aprendí
que las revanchas envenenan,
amargan la boca de los dos
cambiando miel por hiel,
abriendo un nuevo tajo en el vacío,
cegando las miradas con las sombras
esas,
que aparecen justo ahí,
en donde en otro tiempo había luz.
ya aprendí
que las revanchas son nocivas;
la situación de un alma
que nunca va a nacer,
un momento de rabia,
de dolor, ferocidad,
atrocidades.
ya aprendí
todo cuanto existe
acerca de ser cruel,
todo acerca
de cómo retomar,
la hostilidad.
y no.
no soy feliz.
no muero por matar,
no quiero lastimar;
prefiero para mí
la suma de las penas,
la oscuridad,
las soledades.

Confesiones

Posted in Otras cosas with tags , , , , on 1 febrero, 2008 by nene

muerta.jpg 

Qué curioso; lo único que recuerdo de cuando desperté, es la sangre en el piso…
Qué querés que te diga…! La maté porque la cagaba amando, y porque sabía que iba a serme indefectiblemente infiel; aunque yo no le diera motivos, aunque yo no le diera razones. Y lo único que recuerdo de cuando desperté es eso: La sangre en el piso. 
Después vino ese sentimiento de culpa que suele seguir a las monstruosidades que uno comete. Ese sentimiento que acompaña las aberraciones de las que somos capaces como seres humanos y que pretenden alivianar un poco el peso en la propia conciencia, a la vez que liberarnos de alguna carga autoimpuesta: el sentimiento de culpa.
Para cuando acabé de despabilarme, todo se había hecho demasiado real, demasiado concreto. Las sillas, la mesa, el perchero en donde ella ya no tiraría, como al descuido, su campera de jean gastada, en otra de sus escasas pero memorables apariciones; el llavero al lado de la puerta…todo parecía estar demasiado cerca, demasiado junto; como si los átomos de todas las cosas de este mundo, vivientes o no se buscasen con violencia para soldarse entre sí y dar paso a una gran unidad que representase el todo. Mierda. Sentí que me volvía loco. Dejé de pensar cosas que no tenían sentido, y traté de recordar qué fue lo que había sucedido exactamente. La primera imágen que me vino a la mente fue su sonrisa, un poco inocente, un poco despectiva; una rara mezcla de risa de niño que ya no puede ocultar su travesura con la sonrisa de un asesino que va a ejecutar a su víctima con el placer que sólo puede otorgarle la maldad.
Así que ahí estaba ella, tratando de convencerme de que esta vez sería para siempre, que se iría y ya no regresaría si yo continuaba con mis celos idiotas. Puta. Un forcejeo entre los dos y una sonora cachetada de su parte. Nunca me vas a dejar.
Puta.
A esta altura de los hechos eran audibles también las risas de los vecinos, que se sabían de memoria nuestras cotidianas discusiones a la vez que estaban enterados también de la vida que ella hacía, de la vida que le gustaba llevar.
Puta.
Recuerdo también un acceso de ira, y de cómo tomé la navaja sevillana que cierta vez me regalara un amigo, mentiroso y ladrón que parecía estar emparentado con gitanos. Una navaja sevillana real.

Acero español. Lo indestructible. Lo bello. Lo mortal.

Aquí es en donde las imágenes comienzan a distorsionarse, no sé si por sus gritos, confundiendo el ahogo y la deseperación, y que yo creía de otra persona, ajena a la persona que en ese momento tenía frente a mí; no sé si por el inmenso regocijo que sentí al apoyar mis labios por primera vez en su herida, en la garganta, justo a la altura de la tráquea. Lo cierto es que ya no pude separarme de su cuerpo, sorbiendo hasta la última gota de sangre mezclada con sudor; la alianza nueva y eterna, la que nos haría indivisibles, la que nos uniría aún más, hasta el final de los tiempos…

Debo admitir que de una sola cosa no soy culpable, no me siento culpable: Su cuerpo desapareció en una gran hecatombe, un purificador incendio que redujo a nada su hermoso rostro y sus pecados. Y aunque tengo la íntima convicción de que voy a sentirla dentro de mí hasta el fin de los días, no reniego de haberla hecho extinguirse en las cenizas.

Polvo al polvo; del polvo eres y al polvo volverás.